caras vemos

Bueno, pues me lo encontré otra vez. Sí, iba acompañado de ese hostil ser peludo: una beagle gorda con ladrido grave. Lo saludé como siempre y me sonrió con una sonrisa que aún no he descifrado. En las manos llevaba mi compu, el cargador y un DVD de Friends, el cual vio con curiosidad; supongo que se acordó de algún buen capítulo, como el de los pantalones de cuero de Ross. Me despedí cuando llegamos a la planta baja y usó la misma sonrisa cautivadora para decir, "Hasta luego."

Estaba en Starbucks más tarde, estudiando, cuando se me ocurrió contarle a mi study buddy sobre mi mystery neighbor (así le puse desde hace un tiempo). Le conté que me intriga demasiado lo poco que lo conozco. No sé mucho de él; sólo que vive en el piso 19, tiene una perrita beagle excesivamente gorda y siempre está en pijama (él, no la perra). Es raro ver a una persona siempre en fachas, acompañada de un perro malhumorado. Cada quien disfruta la vida a su manera...

Saboreando un té verde frozen alto sin crema y un café americano venti con espacio para leche, estuvimos imaginando su vida y a lo que se dedica. Creemos que lo dejaron plantado en el altar y vive en una depresión permanente, en donde lo único que tiene es su perra, la cual, irónicamente, fue un regalo de aniversario de su ex novia. No se ha suicidado porque no hay quien cuide a su perra, que creemos se llama Natasha (igual que la ex novia). Está siempre en pijama porque su vida sin esa mujer no vale la pena y no tiene para quién vestirse bien. Mi study buddy cree que él espera que yo sea su shoulder to cry on y que en cuanto se encariñe, se suicidará dejándome su fortuna y a ella la perrita.

Si esa no es la historia, creemos que inventó las tapas para café y vive de una fortuna inimaginable, alimentando a su perra a más no poder. En caso de que esa tampoco sea la historia de su vida, estamos casi seguras que es un gigoló; trabaja por las noches entregando su cuerpo a mujeres (y hombres...) insatisfechas que buscan un poco de diversión y romper con la monotonía de su vida sexual. Está ahorrando para irse a vivir a París, en donde los latin lovers son codiciados (y allá pagan Euros). Creemos que en algunas ocasiones Natasha lo acompaña a estas citas de pecado y participa en juegos que preferimos dejar a la imaginación.

Si su profesión no es vender su cuerpo (con todo lo que ello implica), suponemos que es dueño de alguna franquicia importante y demandó a Wal-Mart en EUA por resbalarse con aceite en uno de los pasillos, rompiéndose el hocico bien y bonito. Ahora recibe cifras ridículamente grandes de dinero a su cuenta en Suiza. Él no tiene que trabajar y es por eso que siempre está en pijama, paseando a su perra y dándole croquetas de caviar con salmón y trufas blancas.

Bien, si ninguna de las anteriores se aproxima a su realidad, suponemos que es viudo. Heredó una fortuna de su difunta mujer, que ahora le permite disfrutar de una vida de excesos y lujos que sólo Donald, Carlos y Bill podrían gozar. Su perrita, que fue un regalo de la reina de Inglaterra, duerme en un colchón de seda y plumas de gansa virgen, diseñado por Gianni Versace, que en paz descanse. El mystery neighbor es una persona altruista y el mes pasado donó millones de dólares a la Asociación de Perritos Sin Sangre Real (APSSR). Vive aquí para disimular y porque le caigo bien.

Sin duda, una de éstas es la verdadera historia de su vida. No puedo dejar de pensar que mi mystery neighbor también inventa mi vida. No sé si se aproxima tanto como yo, considerando que las pocas veces que nos hemos visto he estado vestida con tirantes y sombrero de bombín, de cocinera, de mesera, de hawaiana, de Elvis y una que otra vez como gente normal con un par de jeans y una camisa blanca que dice: I LOVE TO FART. En fin, habrá quien también me considere una mystery neighbor, pues, al final: caras vemos, vecinos no sabemos...

No hay comentarios: